martes, 31 de mayo de 2011

Bruni

Hay una chica a la que cada 15 días le digo que me gusta. Es linda, me gusta cuando ríe y cuando calla pero sobre todo me gusta verla desde lejos hacer aquellas cosas que me gusta verla hacer.
Ella ha sentado posición y me ha dicho que ni pendiente, que me baje de la nube y vuelva a colocar los pies sobre la tierra, pero yo me lo tomo con soda ya que, al fin y al cabo, aún puedo verla hacer las cosas que tanto me gusta verla hacer.
A menudo me pregunta -tan a menudo como cada 15 días- sobre que es aquello que me mantiene junto a ella, pero claro, es que desde su posición pasiva de no sentir nada no entiende cuales son aquellas cosas que hace que tanto me gusta verla hacer.
El asunto está en que no hay cosas específicas que me gusta verla hacer, solo que, el mismo hecho de que las haga de la forma en que las hace es lo que al final termina por gustarme. Es así como un día puede gustarme su sonrisa y los hoyuelos que se forman en su mejilla y al otro día -cada 15- me puede gustar la expresión de su rostro cuando está preocupada y si me gusta cuando está preocupada, angustiada y molesta entonces me gusta siempre.
A mi chica de los 15 días no le disgusta que me guste, solo le desconcierta que se lo diga o quizás lo que la trastoca sea la forma en que se lo diga, porque, vamos a estar claros, en el mundo que estamos viviendo nadie le presta atención a algo que ya le han dicho tantas veces tantas personas equivocadas, supongo que yo se lo digo de una manera en que no se lo dicen los demás mas allá de que utilice las mismas palabras: me gustas.
Y quizás lo que la desconcierta sea justamente eso, la forma en que se lo digo, y esa forma quizás no sea otra que, luego de haberme dicho que ni pendiente, aún se lo siga diciendo pero ya no con el fin de tener algo con ella sino que lo digo porque las palabras erupcionan de mi boca sin siquiera yo quererlo y tampoco es que la atosigo diciéndoselo todo el tiempo, solo cada 15 días cuando hace algo que me encanta verla hacer más allá de que no sepa muy bien que es lo que hace y como lo hace.
Aún así le gusta el no saber reaccionar cada vez que le digo que me gusta y quizás el que le disguste que me gusta termine siendo una de las razones por las que me siga gustando.
Quizás y solo quizás.

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