domingo, 17 de abril de 2011

Despegue

He vuelto aquí. Al lugar donde expío mis culpas y exorcizo mis demonios. Hoy, como muchos otros días, arremeto contra mi mismo.
Pero, a diferencia de los otros días, mi descontento no se produce porque me pasé de idealista sino por todo lo contrario. Mi descontento conmigo mismo es porque, un día no me acuerdo bien cual, dejé de soñar.
Un día guardé mis alas y dejé que las frustraciones me ataran a este mundo, que por mas real que sea, es gris, es infame e injusto. Me volví parte de esa fauna oportunista, voraz, egoísta que no se detiene y se lleva todo a su paso.
Era un escritor que no escribía, un bohemio capitalista y un optimista de lo negativo. Una contradicción andante, la doble moral con cuerpo, todo menos el genio delirante que presumía ser.
A veces me pasa, a veces me dejo absorber por este mundo que estamos viviendo, a veces es divertido ganar jugando mal.
Pero no está bien para mí, porque, aunque a veces me invada el pensamiento de que todo estaría mejor si mantengo los pies sobre este suelo salpicado de malicia, no puedo renegar de mis raíces idealistas.
Porque aunque estoy consciente de que, como un buen día dijo Gabriel Torrelles, la verdadera naturaleza mística de la humanidad es que todos los idealistas terminamos por ser unos pendejos, es mejor así.
Porque aunque solo piense en pajaritos preñados seguiré soñando. Porque para un escritor no hay peor infierno que el mundo real.
Porque, como dice Ray Loriga, en la realidad uno apenas puede hacer nada, en la ficción todo es propio, hasta lo robado.

Nana Cadavieco - No Hay

y aun asi sonrio :D