martes, 15 de mayo de 2012

Meet The Coco


Me confunde. Ahora cada vez que veo a Carla me recibe con una sonrisa más grande, con una simpatía que no me merezco pero esto de encontrarla en cada lugar al que voy, no me desagrada tanto.

La relación comenzó mal siquiera antes de comenzar, el saber que iba a compartir el próximo trimestre en el instituto ha ninguno le hacía mucha gracia. Cuando Sofía nos presentó, lo hizo con la toda la buena intención de que congeniáramos. “Te va a encantar, aparte de ser una rubia preciosa le encanta leer y escribe unos cuentos que te mueres” dijo Sofía haciendo gala de todos sus dotes de Cupido. “Ok, vamos a ver que sale” dije disimulando mi interés por aquella rubia gordita que tenía intenciones de convertirse en una Shakespeare versión siglo XXI.

Por el mero hecho de gustarme la feminidad, Carla también acabó por gustarme. “Eres más gordita de lo que muestra tu pic profile” me dije cuando la vi acercándose. Nunca he tenido problema con la carne, sí con el exceso pero – a Dios gracias – el de Carla no era el caso.

- Hola, Carla si no es así no te veo.
- Ja, ja, ja.
- Él es Luis

Nos estrechamos las manos. La suya es suave, como las de un ángel que no lava los platos ni practica volleyball, seguro recién untadas de crema humectante. La mía, en cambio, es áspera, delgadas y con restos del sándwich que me acababa de comer. Como las de cualquier pordiosero.

Mucho gusto. Decimos al unísono, mi voz sale con la torpeza que acostumbra mientras trato de apartar la mirada de sus pechos.

“Los ojos, concéntrate en los ojos” me digo.

El resto de la conversación me ignoró. Para ella, yo solo era parte del ambiente, una mata más en el jardín tanto así que al irse se despidió solo de Sofía y a mí ni me miró.

- Ella es Carla. Ya tendrán más chance de hablar cuando estudien juntos.

No le creí.