jueves, 15 de noviembre de 2012

Teatro


Los últimos meses de Edixon se habían convertido en un completo desastre. El hecho de que estaba extorsionado por Yanitza, la que fue su amante por 2 años, lo traía muy mal. A raíz de eso, le estaba yendo muy mal en el trabajo, descuidaba las cosas básicas de los niños, en los eventos sociales lucía con mala cara y lo peor de todo, Josefina ya estaba comenzando a sospechar.

Yanitza le solicitaba una cifra impagable para evitar que fuera a donde Josefina y le contara sobre la relación que mantenían a sus espaldas. Esta situación lo estaba llevando al borde de la cordura. Nunca imaginó que aquella mujer con que la pasaba tan bien le iba a salir con semejante desfachatez. ¿Acaso Josefina sería capaz de perdonarlo? ¿Qué pasaría con los niños?

Alguna vez le pasó por la mente llenarse de deudas para pagarle a Yanitza la cantidad solicitada, sin embargo, optó por la decisión más razonable: contarle todo desde su propia boca a su esposa apelando a la misericordia de ésta para conseguir su perdón.

Había llegado el día. Esperó a que los niños se fueran a la cama y sentó a su mujer en el comedor. Tenía algo muy importante que contarle. Edixon le contó todo a su esposa, no omitió ningún detalle de la relación que había mantenido con su amante hasta ese instante. A lo largo del relato su esposa se mantuvo ecuánime, no hizo ningún gesto de molestia solo por una mirada pensativa cuando acabó el relato.

-¿Y tú quieres continuar?
- Claro, mi amor, te juro que lo de Yanitza fue solo un desliz que no se volverá a repetir.

No sin sacrificio Josefina decidió perdonarlo y seguir con la relación. Esto significó un gran alivio para Edixon.

-          De inmediato voy a infórmaselo a la bandida esa que intentó acabar con nuestro matrinomio.

Pero para sorpresa de Edixon, Yanitza estaba más loca de lo que pensaba, ya que al verse acorralada y darse cuenta que no iba a lograr sacarle dinero de esa forma comenzó a amenazarlo con hacerle daño a su esposa e hijos. Edixon salió corriendo despavorido del lugar.

A llegar a su casa, le contó esto a su mujer. Josefina decidió que la mejor forma de librarse de aquella mujer era simular la muerte ficticia de toda la familia.
- Ponemos, la casa en venta. Justo el día después de cerrar la negociación fingimos un accidente automovilístico con el cual nos quedaremos sin auto, pero al menos nuestros familiares podrán cobrar el seguro.

Edixon, no muy convencido de la efectividad de la idea, aceptó dada su circunstancia de marido perdonado.

Todo salió de maravilla, incluso habían logrado que la noticia apareciese con sus nombres completos en el diario local. Obviamente Yanitza tuvo que haberse enterado.

Al segundo día de su nueva vida en una nueva ciudad escuchó un sonido proveniente del móvil de Josefina justo en el momento que ésta se estaba bañando. Reconoció el número de inmediato y se quedó atónito con lo que alcanzaban a leer sus ojos.

-Bueno, quizá la cosa no salió como lo habíamos planeado, pero al menos pudimos hacer negocio con la venta de la casa y el cobro del seguro. Ya habrá chance más delante de deshacernos de tu marido.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Lejos de la ciudad.


La casa se le había hecho grande. Joaquín trató de permanecer en ella, pero la vida sin Claudia ya no era igual y la casa se había vuelto muy grande para un hombre de 31 años que pasaba la mayor parte tiempo fuera de ella. Ya habían pasado 6 meses desde la desaparición física de su esposa. Había que cambiar de aires.

Cada cuadro, cada manta y cada esquina le recordaban a su difunta esposa. Claudia había muerto una calurosa tarde en un accidente de tránsito cuando se dirigía a encontrarse con su esposo en un fastuoso restaurante de la capital.

—¿Segura que no quieres que te vaya a buscar?
—Descuida, tengo coche propio, sé conducir y tengo que hacer una parada antes de llegar al lugar. Te veo luego.

Aquel día cumplían cinco años de casados y esas fueron las últimas palabras que le escucho decir a su amada. Desde entonces se sentía culpable. Él debió insistir en ir a buscarla y sin embargo desistió rápidamente de la idea.

Joaquín estaba destrozado, Claudia era la luz de sus ojos e inclusive tenían planes de concebir a su primer hijo. Joaquín sentía que sin ella su vida carecía de sentido hasta que por fin accedió a la propuesta que le hicieron sus padres de pasar una temporada con ellos. Quería alejarse de cada rastro de que le recordara que el amor de su vida se había ido para ya más nunca volver.

Había puesto la casa en venta, sus padres lo esperaban en casa. Todo marchaba bien hasta que un día recogiendo las cosas para abandonar aquel lugar encontró una nota: “Te amaré por siempre”, decía y estaba escrita de puño y letra por su difunta esposa. No pudo evitar que una lágrima recorriera su mejilla y se dio cuenta de lo que estaba intentando hacer: estaba intentando deshacerse del mejor recuerdo de su vida. Rápidamente tomó el teléfono, llamó a sus padres y les avisó que no llegaría por ahora; los padres de Joaquín lo notaron extrañamente emocionado.

Aquel día decidió quitar el aviso de la venta de la casa. Quería conservarla porque, si bien le hacía  consciente de su nueva soledad, también era capaz de hacerle recordar aquellos instantes que eran los mejores momentos de su vida, que aunque aquellos momentos le causaran dolor al menos esos momentos eran reales.